Me han pedido que recomiende un método de suicidio en el que no te enteres de nada. El que voy a proponer suele ser eficaz, con la ventaja de que mientras lo pones en práctica sigues aprovechando aquellos momentos en los que aún vale la pena seguir viviendo. Empezaremos el día levantándonos mucho antes de lo que nos gustaría, pues habremos de estar en un lugar que odiamos, rodeados de zombis que ya practican el sistema de suicidio más común y al que ahora hacemos referencia, con lo cual tendremos en quien orientarnos y de los que aprenderemos el método, quizás con la esperanza de acortar la duración de nuestro intento. Una vez preparados para mostrarnos en sociedad, limpios y aseados, bien vestidos, en definitiva amortajados, podemos tomar el medio de transporte más conveniente para sentir intensamente y reafirmar nuestro impulso mortal en dejar de ser. El transporte público es el que mayor aglomeración de zombis nos ofrece en expresiones faciales de amargura, triste